Observo a diario en
padres, profesores (as) y adultos, reñir a los niños por no portarse bien,
pero: (a) no acompañan de ningún tipo de "castigo de apoyo" y (b) no
refuerzan ninguna conducta deseable alternativa (Obedecen las indicaciones,
guarda sus juguetes, etc). No hay duda de que se pretende que la regañada sea
un castigo, pero muy a menudo este no es el caso porque de hecho, la atención
que acompaña a los estímulos verbales negativos, es decir, la llamada de
atención, es muy reforzante, más si la atención solo se da cuando el niño
muestra una conducta inadecuada (golpea a otro niño, se sube a la mesa, etc).
Así, reprimendas y otros estímulos verbales negativos, como un
"¡No!", se convierten en reforzadores que llevan al niño a seguir
comportándose de forma inadecuada.
El ser humano es un ente complejo, con particularidades y generalidades, que lo acerca a un determinado contexto y a la vez, lo diferencia de el. Por tal razón, como psicólogo, desde mi práctica profesional, comparto mis reflexiones sobre los mecanismos que llevan a los seres humanos a asumir determinadas conductas y cómo estas afectan en su vida diaria; no solo a ellos, si no también, a su contexto inmediato.
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